Juicio Final

La legalidad en todos los países parece ser el último recurso de la gente para solucionar problemas, creen que la decisión inapelable, estudiada y analizada por un juez y un jurado es la última palabra, pero hemos aprendido que, aunque pueda ser una de las mejores acciones para intentar encontrar la justicia y hacerla valer, también tiene errores, grandes defectos que, aunque no se quieran ver, aparecen cada vez y hacen que personas inocentes sean declaradas culpables, haciendo que su sufrimiento encerrados o hasta ejecutados sea un error impensable.
Por supuesto, se intenta hacer que todo ello sea lo menos posible, que no aparezca más y así pulir el sistema de justicia, pero indudablemente e inesperadamente, surgen una y otra vez casos que no dejan bien parados al sistema. A través de películas y libros hemos conocidos historias de personas inocentes que cumplen condena, y otros en situación contraria.
Esta vez hablaremos del primer caso en «Juicio Final», una novela de John Katzenbach.
SINOPSIS
Matthew Cowart es un periodista en el Miami Journal al que le ha llegado una carta desde la prisión. Se trata del condenado a la silla Robert Earl Ferguson quien arguye no haber asesinado a la pequeña Joanne Shriver de 8 años, y que, al contrario, fue víctima de coacción para confesar el delito. Cowart investigará el caso hasta el último sitio para darse cuenta de que puede decir la verdad y, con ayuda de sus reportajes y artículos, liberan a Ferguson. Pero un detenido en el mismo sitio en el que estuvo Ferguson sabe la verdad. El hombre al que han liberado sí había asesinado a la niña y ahora está libre. Lo que debe hacer ahora Cowart es encontrarlo e impartir justicia.
Algo que hace bien Katzenbach es situarnos dentro de una historia de manera tan profunda que cada situación que leemos la vivimos como si estuvieras en ella físicamente. Esto lo logra gracias a su buena narración, a su trabajo detallado de toda la historia, a cada párrafo que nos lleva por la novela, por cada rincón por el que camina el personaje principal y los demás personajes. La manera de envolverte con la narración es casi algo que ha patentado gracias a su buena prosa, sencilla, fácil de leer y sin palabras rimbombantes. Pero su punto débil radica, como lo hemos mencionado en otras reseñas, en las conversaciones, hecho que en esta novela no se nota demasiado.
La introducción nos recuerda tanto a sus demás novelas, el hecho de usar cartas se ha vuelto, no sólo un ardid sino un cliché en sus historias. Es verdad que su uso tiene una buena justificación de acuerdo a la historia, a no dejar pistas, pero hay más recursos de los que amarrarse y él parece no darle cabida, usando este método hasta la saciedad. (Si leen sus libros de manera cronológica, no sentirán eso hasta llegar a «El Psicoanalista», pero si no lo hacen así, quizá al segundo o tercer libro lo sientan.)
Lo que funciona desde las primeras páginas y los primeros capítulos, es la intriga que comienza a desdoblarse de acuerdo al interés personal del personaje principal, de Cowart. Cualquiera dejaría pasar la oportunidad de enterarse de lo sucedido en otras ocasiones, pero su personalidad, su ambición profesional, su propio interés particular, lo hace llegar hasta lo más hondo del caso. Esto hace que, por obvias razones, el protagonista se desarrolle muy bien, siendo que es a quien vemos en cada página, sin falta. Lo conocemos hasta en sus sueños, sus pesadillas, en su vida cotidiana y en sus peores momentos.
Esto se mezcla muy bien con los demás personajes cuando aparecen y toman la novela como algo más personal. Desde la segunda parte de la novela se hacen más presentes los detectives y logran que la historia se vuelva más un asunto personal y de tiempo regresivo que sólo un caso que habría que resolver. Gracias a la descripción de los policías, sabemos la motivación particular de cada uno, lo que la hace, como mencionamos, más personal para cada uno de los personajes. En especial para el propio periodista que intenta limpiar el desastre que causó al querer ayudar a alguien.
Esto es el meollo principal de la novela, pone en la mesa el hecho de la moral y la ética al saber que hay un condenado que es inocente. Por supuesto, la ley en EEUU dice que todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y si además de ello hay la mínima coacción, todo se vuelve sospechoso y el detenido es libre. Pero ate tantas cosas, ¿cómo saber que alguien dice la verdad? ¿Cómo comprobar todo lo que uno u otro dice que ha hecho? ¿Cómo cerciorarnos de que estamos ayudando al que debe ser ayudado?
La novela nos entrega una buena historia que nos hace pensar, quizá al principio de manera superficial, pero cuando vemos el punto medular, entendemos lo que cada uno enfrenta para decidir lo correcto. ¿Qué es correcto, qué es incorrecto, qué es verdad y qué es mentira? ¿Qué es justicia y quién la tiene en sus manos? Grandes preguntas que aparecen en nuestra mente al leer el libro.

• FICHA TÉCNICA •
Título Original: Just Cause
Autor: John Katzenbach
Año: 1992
ISBN: 978-84-666-2915-7
Páginas: 528
• FRASES •
• Todos somos inocentes. Demostrarlo es lo difícil.
• La gente piensa que la falta de libertad es lo que causa problemas en una cárcel. Se equivoca. Lo peor es, con mucho, darles esperanzas.
• Las historias son siempre las mismas... Lo único que cambian son las víctimas.

  (8/10)

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