¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret
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Entre biólogos, psicólogos, médicos y profesionales de otras áreas se han encargado de crear y apoyar las ideas de que el ser humano para por varias etapas del desarrollo, no sólo físico, sino biológico, mental, psicológico, y hasta espiritual. Muchos creen que estas primeras etapas se limitan al aprendizaje por experiencias y por la educación de los padres, pero seguro muchos, también se darán cuenta, que al igual que en las etapas posteriores, implica una plétora de significaciones de todo tipo lo que permite al humano desarrollarse en todos aspectos.
A pesar de todas las visiones del desarrollo humano, de las características mencionadas, hay uno que mayormente dejan de lado, y es que no es muy aceptada dentro de ellas, sin embargo, la espiritualidad (nótese que no se habla de religión en específico, ni de una creencia) es ese detalle de emociones, de fe, de sentimientos que se salen de lo convencional, debido a que no caben en las demás esferas. Se cree que no tiene importancia, pero en la actualidad, debido a un corte religioso y a un ateísmo creciente, la religión (ahora sí) ha tomado fuerza en la población. Pero no se debe tomar a la ligera, porque será una decisión que nos ayude a vivir, como en «¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret».
La película está basada en una novela de tintes dramáticos, pero que mantiene la esencia de un coming-of-age desde el punto de vista femenino. Lo que destaca en la adaptación es que se mantiene la esencia de ello, de ser algo sencillo (no simple) que no quiere ser pretencioso al intentar buscar el hilo negro del paso de la niñez a la adultez, ni ser propositiva en reflexionar filosóficamente en ello, pero sí logra hacer que todos los espectadores analicen ese cambio único que cada persona tiene en la vida. Y a pesar de que la historia sí tiene una perspectiva femenina, desde la visión de Margaret, bien pueden, varias cosas, yuxtaponerse a cualquier ser humano.
La producción es sumamente agradable, tiene la consistencia perfecta de un drama con un toque de comedia, que no se desborda por ningún lado y que, al contrario, esa comedia sirve para entender, de forma divertida, pero también reflexiva, los cambios por los que una niña pasa hacia ser adolescente. Lo interesante de la historia es que no se limita a los cambios físicos o psicológicos, que son los más usados en las películas, sino que toca un tema sumamente complicado y que, para la sociedad actual, puede ser casi irrelevante, pero no es así.
La cuestión surge desde antes pues los padres de Margaret deciden no inculcarle ninguna religión desde su infancia. Esto pareciera ser muy progresista, pero se ha hecho desde varios años. Lo importante sería que ambos padres tienen una religión diferente y, debido a la presión de los abuelos, desean que Margare se decida por la suya. La educación es buena, en cuanto a que la niña debe elegir cuál es la que le agrada más, pero esa presión por conocer y decidir la que quiere parece ser mayor. No sólo porque debe estar segura, sino por la misma presión de sus abuelos por elegir la suya. La interrogante supone entonces, ¿qué es mejor: tener una religión inculcada o tener que elegir entre todas?
Esto es importante porque, debido a ello, nuestras decisiones, nuestro apoyo, nuestras perspectivas de la vida se verán endurecidas por esa creencia por esa fe. En la película vemos que la religión es creadora de disputas, cosa que ve Margaret y que usa para su ensayo. Pero para nosotros, para los espectadores, sabemos que no sólo se trata de ello sino que consiste en muchísimas cosas que pueden apoyar y, sí, también controlar a las personas. Lo que vemos aquí es esa presión por decidir conforme crece.
El coming-of-age es ese periplo personal por el que una persona crece y se da cuenta de los cambios que le ocurren a los demás y que se da cuenta que también le suceden a ella. Aquí se enfoca en esa perspectiva personal, y su conexión con las amigas y familia. Todo funciona gracias a las excelentes actuaciones de todo el elenco, a las muy buenas formas de dirección y a la buena fotografía. La música también cumple su cometido en dar un ambiente propicio para el guion.
Basada En: «Are You There God? It's Me, Margaret» de Judy Blume [
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