Dos Mujeres En Praga
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Todos vivimos en la realidad del mundo, pero siempre pensamos en lo que «hubiera» pasado si alguna decisión fuera otra, qué hubiera pasado si eligiéramos una opción diferente a la ya hecha. Imaginamos lo que no fue, pensamos en aquellas opciones que ya no se desarrollaron, pero que en nuestra mente siguen existiendo porque nos preguntamos «¿qué hubiera pasado si...?». Juan José Millás nos ofrece una dosis de esta dualidad entre lo real y lo ficticio en «Dos Mujeres En Praga».
Para Juan José Millás hay un divertimento en la mezcla de la realidad y la ficción, de lo real y lo imaginario, de lo que ha sucedido y de lo que hubiera pasado, y en esta novela pareciera que hay un nuevo clímax en este aspecto. Y quizá pensarían que la fórmula ya comienza a cansar, pero no es así porque, aunque sí es fundamental la presencia de esta dualidad, también lo es la trama que navega a través de ella, en esta ocasión sobre las adopciones (de cualquier forma que se pueda entender).
A pesar de que la historia comienza con Luz queriendo escribir su biografía con ayuda de Álvaro, pareciera que esta es sólo una excusa para que el embrollo comience a enredarse mucho más, como si todo estuviera destinado a suceder tal y como lo hace, porque hasta más adelante, cuando el narrador se involucra con Luz, se da cuenta que su participación era cuestión de tiempo para unir todos los lazos faltantes, para que el final ocurriera como estaba previsto que ocurriese. De esta manera, no sólo se habla de la dualidad, de las adopciones, sino del destino, de aquella cronología que pensamos que podemos maneja, pero que no es así porque las cosas ya han sucedido. Y lo menciona el texto explícitamente (véase en el apartado de Frases).
Aunque la protagonista está bien lograda detalladamente en su personalidad, no me ha agradado bastante su despliegue de dualidad (lo digo de forma personal, no literario, ya que en éste último ha sido un ir y venir de reflexiones). Cosa contraria me sucede con Álvaro que en su búsqueda por entenderse a sí mismo, y en entender su posible adopción, deja que los personajes de Luz y del narrador se entretejan en su vida. Siendo éste último un narrador casi omnisciente, hay algunas preguntas del cómo logró percatarse de varios detalles, pero la novela avanza con buen ritmo que se olvida este detalle.
Nuevamente la dicotomía de la realidad y lo imaginario hacen mella en el escritor y en el lector, haciendo que nos pongamos a pensar en todo lo que pudo ser real o no de la historia y lo que es real o no de nuestra propia vida. Nosotros también somos adoptados por otras personas, también navegamos en la realidad y la ficción, también nos dejamos ir pensando en lo que "hubiera sido si", imaginando escenarios que no están ocurriendo. Esa es la principal situación o enseñanza que nos deja el libro, la dualidad de la vida y la no-vida, y que podemos pasar de una a otra.
⭐ (9/10)
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