Ciudad De Cristal [Trilogía De Nueva York #1]

¿Alguno de ustedes, lectores, se ha imaginado ser alguien más, es decir, personificar a otro individuo que no sea ustedes? Por ejemplo, si son introvertidos y se quedan en casa, ¿se han imaginado salir a la calle y hacer cualquier cosa sin pensar en las consecuencias? O si son extrovertidos, ¿han pensado en hacer actividades que requieran estar sentados y tranquilos? O para mayor ejemplo, si son profesionistas de algún tipo, ¿han pensado en hacer totalmente algo contrario? ¿Podrían hacerlo si cambiaran con un individuo sus nombres y situaciones profesionales?
Hay ocasiones en que nuestra vida se encuentra en un punto monótono, del que no podemos salir si no es traicionando a la propia rutina. Y a veces también traicionando al propio individuo que somos. De manera más personal y legal, ¿cómo sería hacerse pasar por otra persona que no sean ustedes? Esto es lo que nos cuenta Paul Auster en su primera novela de la Trilogía de Nueva York: «Ciudad De Cristal».
SINOPSIS
Daniel Quinn es un escritor que, en la madrugada, recibe una llamada preguntando por el detective privado Paul Auster. Él, al no ser el hombre por el que preguntan, decide colgar. Pero tras algunas veces más, decide fingir y confirmar que es él. De este modo se hace de un caso peculiar: un hombre llamado Peter Stillman se encuentra encarcelado, pero saldrá al día siguiente. Virginia Stillman, esposa del hijo del señor Stillman, se encuentra preocupada pues el hombre ha prometido buscar a su hijo y matarlo. El matrimonio joven de los Stillman requiere los servicios de Auster para evitar que lo logre. Pero el caso no será algo convencional y requerirá toda la astucia y la paciencia de Quinn.
He de decir desde el comienzo que su extensión deja dos cuestiones que hacen que el resultado sea ambivalente. Por un lado, no es tan grande y eso hace que no tenga relleno de ninguna manera, todo está colocado según lo que va sucediendo, todas las explicaciones son coherentes y cada diálogo y cada descripción de lo que sucede va en sucesión perfecta con lo anterior. La estructura es sencilla y a través de capítulos cortos la narrativa avanza tranquila, pero sustancialmente.
Por supuesto, y de manera evidente, la propia extensión hace que el libro sea corto, que termine siendo sólo una muestra de lo que Paul Auster es capaz de darnos desde el punto de vista de un género revivido a su propia manera particular. Por suerte, sabemos que se trata del primer libro de una trilogía que, aparentemente, seguirá el género con sus dos obras siguientes, pero no siguiendo con los protagonistas. Esto nos deja un poco renuentes pues, a pesar de que la novela es autoconclusiva, nos invita a imaginar qué fue del protagonista, como un misterio a resolver que se vuelve ahora hacia nosotros.
Habrá que darle una revisión desde el inicio y es que la anécdota que da pie a la novela sucedió en verdad. Paul Auster recibió una llamada que preguntaba sobre un detective, pero el autor decidió negar y colgar. La imaginación juega a su favor y así crea esta trilogía que comienza con «Ciudad De Cristal». Quizá el título pueda ser enigmático, pero posiblemente se refiera a la fragilidad con la que los individuos (en este caso, los personajes) cambian, se envuelven y se transfiguran entre sí y para sí. También puede referirse a Nueva York, ya que Stillman dice que es la ciudad más rota que pudo encontrar.
Esta anécdota se combina con su fascinación de la obra hispana más famosa de la historia, «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha». Además, logra darle un toque más allá a la novela negra que combina estas características ya dichas. El resultado, una novela corta llena de misterio y de un subtexto que nos permite hablar de ella durante bastante tiempo. Con varias menciones a otros libros, con la sumamente interesante temática de La Torre De Babel y el rompimiento de los idiomas, y con la búsqueda del peligro, la novela se vuelve muy interesante.
En primer lugar, la identidad como tema, y como punto central del detective, es fenomenal. La interacción entre el protagonista y el lector hace que a este segundo también le de la opción de fingirse alguien más, de creerse el mismo detective. Esto funciona gracias a la increíble narración en tercera persona de Auster. La identidad del individuo se ve complicada con el transcurso de la obra y el proceder del detective, hasta su despersonalización y el uso de su espacio (extracto que nos recuerda un poco a la novela «El Psicoanalista» de John Katzenbach). Claro está que la investigación acapara los reflectores, y es novedoso porque el caso termina por ser secundario, no así la interacción entre vigilante y vigilado, que nos hace cuestionarnos, ¿quién vigila a quien? (cuestión que veremos más desarrollada en la siguiente novela de la trilogía).
La metalepisis se vuelve otro punto de partida para la novela, aunque el propio Auster se encuentre ahí, y no salga mucho a escena, y al final pareciera que no es el mismo, sí se vuelve medular ya que es uno de los importantes narradores. Esto se vuelve un estilo postmoderno que podemos encontrarlo en «Niebla» o hasta en «La Torre Oscura». Pero el caso presente nos hace pensar en lo que ya mencionábamos, en la conexión del Quijote y la historia del detective. La locura, el misterio, la realidad o cualquier cosa que sea lo que lleva al protagonista a aceptar el trabajo y a convertirse en un detective, es lo que hace que la obra valga la pena.

Curiosidades:
• Daniel Quinn escribe lo que ve y lo que piensa en un Cuaderno Rojo. Paul Auster escribió, en realidad, una obra con este mismo título, donde cuenta anécdotas de su vida que se han convertido en obras literarias, la presente es una de ellas.
• Paul Auster, como el autor, aparece en la obra, junto con su familia.
• El personaje de la obra de Daniel Quinn, Max Work, es similar a Max Klein, protagonista de la primera obra de Auster, aún publicado con su anterior nombre, Paul Bennjamín.

FICHA TÉCNICA
Título Original: City Of Glass
Autor: Paul Auster
Año: 1985
ISBN: 978-607-7720-59-1 [de la Trilogía en español]
Páginas: 160
FRASES
• Vagar... era una especie de anulación de la mente.
• Las palabras son como piedras, como grandes objetos inamovibles sin vida, como mónadas que nunca cambian.

  (9/10)

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