Robots E Imperio
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La aventura de la imaginación que proviene de Isaac Asimov ha llegado a su primera pausa. La Serie de los Robots que comenzara con la antología llamada «Yo, Robot» termina con la presente obra, «Robots E Imperio». A través de algunas aventuras comandadas por el detective Elijah Baley y su compañero, el Robot Daneel Olivaw, dimos paso a la colonización de planetas exteriores a nuestro sistema solar, donde el último, Solaria, fue el 50avo. Todos ellos, a excepción de la Tierra, se hacían llamar Espaciales, y comenzaron a desligarse del planeta materno.
Por supuesto, los robots siguieron la evolución junto con la colonización y su importancia fue enorme, siendo Daneel y Giskard los principales. Éstos, junto con Elijah, fueron los principales para resolver los problemas políticos que aparecían, pero que no se olvidarían tan fácilmente. Esto es lo que detona un evento de grandes magnitudes en esta última novela de la Serie de los Robots.
Se trata de Robots E Imperio, novela que nos presenta la expansión de los planetas y la crisis entre los Espaciales y los Colonizadores.
Siguiendo con la tradición de sus novelas anteriores sobre el detective Elijah Baley, el tinte de ésta continúa con un poco de misterio, drama y una suerte de novela negra, pero esta vez ya no se trata de resolver un caso, una muerte, de encontrar al culpable, sino de evitar que suceda. La gran aventura que tienen los personajes se divide en dos partes, los que quieren que la crisis exista, y los que no quieren que suceda, esto hace que a su vez, la historia se divida en otras dos partes narrativas, desde al perspectiva de unos y otra de los demás.
Ahora que nos hemos despedido de Baley, la historia se vuelve desquiciada porque vemos la velocidad de los protagonistas en ser parte de la historia de un universo creciente. Cada uno de ellos tiene sus sueños y hará lo posible por hacerlos realidad, y es por ello que, aunque tras doscientos años no haya sucedido gran cosa, el momento ideal es el presente y todo comienza a tomar velocidad.
Es una gran odisea la que nos presenta el libro, con personajes que conocemos muy bien y otros que se añaden para darle un sentido de equilibrio en todos los puntos, desde el controversial hasta el drama personal. Han pasado 200 años desde el último caso de Baley, y más de 150 años desde su muerte, pero su descendencia sigue y uno de los planetas que ha ayudado a construir crece. Los colonos (humanos de la Tierra y que han salido a colonizar otros planetas) y los espaciales (humanos que se ven renuentes a ver su antepasado como terrestres y que se consideran a sí mismos diferentes, quienes fundaron los primeros 50 mundos) se encuentran en la antesala de una guerra espacial, de un debate bélico sobre la colonización de más planetas, pero cada uno defiende su ideal, seguir o no. Es interesante ver que cada uno de los descendientes de Baley, de cada extremo, son las cabezas de los movimientos enemigos. Esto le da un tinte más morboso y entretenido que no nos permite soltar el libro en ningún momento.
Asimov dijo que escribió la novela para darle más importancia a Daneel pues, debido a la partida de Baley, sería el que comandara las aventuras en el futuro, y lo hace muy bien, pero no podría ser nada sin la ayuda de Giskard. Los dos robots son magníficos, aunque sean robots logran hacer que los lectores se sientan identificados con ellos. La escena de despedida entre Daneel y Baley no sólo es de lo más triste que se ha leído, sino es ese cambio de batuta simbólico en el que Daneel se convierte en el principal personaje.
Una vez más seguimos la línea de las confrontaciones del bien y del mal, de un bando y otro, de los ideales egoístas contra las ideologías de un pueblo, pero ¿cada uno tiene verdad o mentira? Eso es lo que nos hace pensar en cada página que se habla sobre ello. Si fuera un evento del presente, ¿quién tendría razón?
Es magnífico ver el cambio de cada personaje que nos muestra Asimov. Desde la despedida de Baley, el cambio que debe tener Gladia frente a un sinnúmero de vicisitudes tras salir de Aurora, sus recuerdos en Solaria y sus problemas personales con sus descendientes. Los robots, como ya mencionamos, se vuelven más humanos y sus pensamientos se vuelven fundamentales en la historia (su sección en cada capítulo es maravillosa). La similitud de Baleymundo con la Tierra no es casualidad, no sólo porque se inspire en ella, sino porque de eso se trata, de una crítica a las creencias a través de la ciencia ficción.
La lectura es fluida y, aunque tenga poco más de 500 páginas, no hay momento en que se sienta pesado, aburrido o exagerado. Cada capítulo cuenta una aventura, un drama, un evento que hace pensar en todo lo que sucederá y sucedió. Desde el anterior libro ya veíamos la germinación de lo que sería la Psicohistoria, pero desde este libro vemos el avance de tal ciencia, así como otros aspectos que serán importantes en la Serie de la Fundación. El Imperio Galáctico está cerca de consolidarse.
Mi muerte, Daneel, no es importante. Ninguna muerte individual es importante entre los humanos. Todo el que muere deja tras él su trabajo y eso no muere del todo. Jamás muere enteramente mientras exista la humanidad. […] El trabajo de cada individuo es una contribución a la totalidad de las vidas humanas, pasadas, presentes y futuras, forman un tapiz que existe desde hace miles de millares de años y que se ha ido haciendo cada vez más hermoso y más complicado en todo este tiempo… Una vida individual es como una hebra del tapiz…
⭐ (8.5/10)
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