El Prodigio
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Las grandes historias, en su mayoría, no tienen explicación, o la tienen pero han dejado de ser lo suficientemente poderosas pues el desarrollo de la misma se ha convertido en lo más importante, así como el significado que tienen dentro de ellas. Cuando una historia aparece con una trama llena de intriga y desconocimiento de varios, su final se vuelve más interesante. Así comienza El Prodigio, con un inicio muy atractivo que promete ofrecernos una carga de sorpresas al por mayor.
Es tan complicado adaptar obras a la pantalla (sea al cine o a la televisión) que, cuando se logran hacer bien, surgen productos que deben disfrutarse con gran respeto. La presente película logra hacerlo y, aunque tiene algunos detalles que no la convierten en una de las seleccionadas para premios, sí se instala dentro de esas propuestas que van más allá de lo habitual, de aquellas que el cine no debería dejar pasar para distribuirlas y que son rescatadas gracias a las plataformas de streaming.
La soberbia actuación de Florence Pugh hace que toda la película sea digna de reconocer porque ella es el elemento principal, junto con la historia, está claro, pero sin enfermera que observe lo que le sucede a Anna, no podría haber profundización en las creencias ni en los actos. Ya desde sus proyectos anteriores ha confirmado ser una actriz espléndida, de grandes vuelos, y aquí sigue confirmándolo, con una actuación que por momentos llega al drama, por otros a una intriga, en otros al escepticismo y otros al puro horror de época. Su personaje deja algunas preguntas pues la vemos en todas esas facetas, las cuales no todas son explicadas y, aunque el final es un punto y aparte en su vida, nos quedamos con esas preguntas sin respuesta.
El personaje de Anna es casi igual de importante que el de la enfermedad pues, sin niña no hay misterio. Kíla logra crear a una pequeña que, aun siendo de edad corta, ha vivido grandes cosas, donde debido a su enseñanza religiosa, ha llegado a un abismo mental que le impide comer, al menos por ella misma, como si sus decisiones ya no fueran tomadas por ella. Su mentalidad donde la culpa la ha roído desde dentro la carcome hasta lo exterior. Sólo su madre puede aliviar un poco esa tensión, creando un lazo que no vemos al 100%, pero que implícitamente se advierte como algo poderoso.
Debido a la locación, la fotografía es bellísima. La dirección es muy buena, aunque intenta crear ese ambiente de suspenso, de un cierto thriller de época, se queda en un drama con toques, sí, de folk horror, un poco similar a «Midsommar», de la que Florence también es responsable y que hay varias similitudes, por ejemplo, el uso del fuego en la escena final que significa el fin de una vida y el comienzo de otra.
La película logra atraernos bajo un halo de misterio, de intriga que avanza mientras la historia hace lo propio con nosotros, haciéndonos preguntar porqué sucede eso y cómo ha sobrevivido la niña. Y nuestras sensaciones y emociones recae en la protagonista (o viceversa), quien es la que puede hacer algo. El drama toma partido cuando Lib intenta hacer de todo para entenderlo y cuando conocemos su pasado. El toque de horror y suspenso comienza cuando sabemos la respuesta a todo y, sin embargo, las creencias, la culpa y la gente hace que la muerte sea la única opción. La esperanza y el coraje que recorre por Lib es lo mejor.
El ritmo es lento, no es una película comercial, y por ello mismo, la historia es mucho más interesante. si deciden verla, hay que tener paciencia pues la primera hora es muy lenta, (quizá se pudo reducir a 40 minutos), pero cuando pasa ese límite, todo se vuelve mucho mejor.
Basada En: «The Wonder» de Emma Donoughue [2016]
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