Gozosa [Escrita por Michel Royo - Narrada por Enrique Bunbury]

En una búsqueda exhaustiva, me he topado con que hay pocos que tiene letra de este maravilloso relato, así que aquí se los ofrezco. ¡Ahh! Y si hay alguno que tenga el libro completo, y el CD, no dude en compartirlo, estamos ansiosos de poder leerlo y disfrutar de todas las historias que vienen en él. Debido a sus pocas copias publicadas, es un tesoro que pocos tienen.

El relato forma parte de un CD-Libro llamado «Gozosa», escrito por el autor zaragozano Michel Royo (quien publicó una obra sobre Héroes Del Silencio en el 2007). El libro se publicó bajo la Editorial EDS Sound Station-Aqua, en 2002, con 130 páginas, en el que contiene 10 historias, y en el CD se encuentran éstas mismas historias narradas por las voces de Enrique Bunbury, Alan Boguslavsky, Ramón Gacías y Santiago Del Campo, entre otros, y musicalizado por Copi, Rafa Domínguez, Alan Boguslavsky, Luis Miguel Romero, entre varios más.

Actualmente es imposible de conseguir ya que el tiraje fue de muy pocos números, y los que lo tienen prefieren conservarlo como un tesoro.



GOZOSA

-Buenas tardes.
-Hola. -Respondí tirando de las riendas para detener la montura.
Nos observamos sin mucho disimulo. Sobre la mula; saqué un pañuelo del bolsillo derecho del gabán y lo pasé por mi frente sin llegar a secarla, las gotas de sudor reaparecían. En Bolandera, la última aldea, y también antes, me habían dicho que la sierra que tenía intención de atravesar estaba, desde hacía ya varios meses, ocupada por la guerrilla. Eso me habían advertido, no suponía ningún peligro para mí, pero nunca se sabe en estos tiempos. Si quería llegar a la costa podría esperar al tren, más rápido y más seguro.

Guardé el pañuelo en el bolsillo derecho y extraje del izquierdo un paquete de tabaco, sabía que muchos ojos me observaban.
-¿Un cigarro?
-Siempre
Surgió en el sendero a mi lado la figura de un hombre delgado con barba descuidada, un trapo indefinido alrededor de la frente, ojos ocultos, era más bajo de lo que me había parecido. Sobre la espalda cargaba un trabuco o una escopeta recortada, y en la mano izquierda empuñaba un gran machete, como si lo hubiera utilizado para abrirse paso a través de la vegetación. El triángulo de su pecho tenía el brillo del sudor permanente. Alargó el brazo derecho y cogió el cigarro con una mano nervuda y firme, húmedo el tabaco se resistía a arder.
-¿De dónde viene?
-De muchos sitios, pero venir venir, de Portugal.
Las palabras surgían rebozadas flotando en la humedad, descendí de la mula con movimientos también lentos, como meditados.
-Lejos, y ¿Para dónde va?
-A Gozosa quiero llegar.

♪ A Gozosa quiero llegar
A Gozosa quiero llegar;
A Gozosa quiero llegar
A Gozosa quiero llegar.♫

Busqué la expresión de su cara al oír el nombre, pero no mostró sorpresa, se sentó sobre el tronco invitando a conversar:
-¿No ha cogido el expreso?
-Prefiero la mula.
Yo mismo me lo había planteado más de una vez a lo largo del día, si estaba ahí (me había dicho para convencerme) era porque estaba buscando lo que estaba buscando, y el viaje incluía lo que estaba pasando en ese momento, y las palabras que oí eran las que quería escuchar:
-Pronto oscurecerá, no conviene que pase la noche solo, será mejor que venga conmigo.
Pero no se movió.
-¿Tiene otro cigarrillo?
Se lo di y le ofrecí la cajetilla.
-Guárdela, luego fumaremos con unos amigos, se alegrarán de verlo, iremos enseguida
Parecía descifrar los sonidos de aquella selva, para mi irreconocibles. Cuando terminó el cigarrillo se levanto, recuperó el cuchillo con un crujido y el mismo tomó las riendas de la mula.
-¡Vamos!
Dejamos atrás el sendero y comenzamos a subir una pendiente poco pronunciada cubierta por una cortina de vegetación que desde atrás, parecía que la mula no podía atravesar.
-Aquí les traigo a un paisano de la Bética.
Todos me miraron. El campamento apenas a cien metros no parecía tal, salvo por la presencia de cinco personas y unos bultos al pie de un árbol.
Había tres hombres y dos mujeres con la culata en el suelo, apoyados unos contra otros, en forma de cono, como las ramas de la hoguera, varios fusiles apuntaban al cielo. El silencio era imposible y la mula parecía asustarse de vez en cuando. Pronto estuvimos sentados alrededor del fuego con una taza de café amargo en la mano.
-¿Qué se le perdió por acá, amigo?
-Quiere llegar a Gozosa

♪ A Gozosa quiere llegar
A Gozosa quiere llegar;
A Gozosa quiere llegar
A Gozosa quiere llegar. ♫

-Bonito lugar, sí, señor, pa' esperar la muerte. Y, ¿qué le hace querer llegar allá?
Gonzalo preguntaba mientras jugaba con un trozo de madera y la navaja.
-Quizás esperar la muerte
Las dos mujeres me producían cierta turbación que no sabría explicar.
Había hablado Melva de ojos luminosos, pómulos pronunciados, labios cálidos y sonrisa franca, el cabello rubio, corto y apelmazado por la humedad.
Respondió Almira, más recóndita, de larga melena negra, cejas pronunciadas, rostro puntiagudo, ojos oscuros y misteriosos de una belleza inquietante
-Quizás vencerla.
Les conté entonces la historia de Pedrinho, mi amigo de la infancia.
Caía la tarde y el fuego protegido por su choza de ramas se filtraba creando espectros. Los insectos y los monos se detuvieron a escuchar las aventuras de Pedrinho, que zarpó años atrás rumbo a Brasil, y después de mil peripecias que yo ignoraba, había acabado en Gozosa, en la costa Colombiana.

♪ Pedrinho se fue a Gozosa
En la costa de Colombia.
Pedrinho se fue a Gozosa
En la costa de Colombia ♪

Siempre el mar, ya de niños cuando salíamos a cazar renacuajos por los secarrales que rodeaban nuestras vidas, Pedrinho hablaba de un mar que nunca había visto; decía que es más grande que todas las tierras del mundo, y que en sus profundidades se esconde la clave de todos los secretos del universo. Decía que habita el mar animales tan grandes como mil vacas, en cuyo estómago viven los pescadores con sus barcas y todo, que no han podido evitar la gruta de su boca. Hablaba así Pedrinho con la convicción de la niñez, y cuando ya nos disponíamos a volver a casa concluía:
-Algún día me marcharé de aquí y viviré en el fondo del mar, dentro de una ballena.
-Y, ¿qué pasó?
-Pasó que él se fue y yo me quedé. Yo estudiaba en Lisboa. Un día Pedrinho se presentó en la pensión donde vivía, y dijo que había llegado la hora de partir en busca de la ballena. Zarpó en un barco con destino a Brasil, y no he vuelto a verlo.

♪ Se fue en busca de su ballena
Pa' vivir dentro de ella.
Se fue en busca de su ballena
Pa' vivir dentro de ella.
Para realizar su sueño:
Un montón de cosas bellas.
Para realizar su sueño:
Un montón de cosas bellas. ♪

-Y ahora, ¿viniste a buscarlo?
Gonzalo seguía trabajando con la navaja sobre la madera.
Oímos unos pasos sobre las hojas húmedas y los cuatro retrocedieron apartándose de la escasa luz del fuego.
-Soy yo, tranquilos
De la espesura surgió Gabriel, que abandonaba su guardia junto al sendero. La noche, la luz de la hoguera a través de las ramas, la apariencia fantasmal que nosotros mismos ofrecíamos como sombras sigilosas, y el indescifrable murmullo de la selva, parecía el vientre de la ballena. La aparición de Gabriel suspendió la charla y dio paso a la cena.
-Uno de esos cigarrillos a cambio de un buen trago.
Dijo Manuel al acabar de comer, alargando hacia mí una botella metálica. Todavía con la quemazón del licor en el estómago, escuché de nuevo las palabras de Gonzalo, esta vez en la voz de Melva.
-Y, ¿ahora viniste a buscarlo?
-Vine. Hace unos meses cuando preparaba los exámenes para la licenciatura, recibí un sobre que enviaba mi madre desde nuestra aldea. Dentro había otro sobre de Pedrinho desde Gozosa, Colombia, así decía el remite. Lo abrí con impaciencia y con cuidado para no rasgarlo, dentro, sólo encontré esto.
Del bolsillo derecho de la gabardina, el mismo en el que guardaba el pañuelo mojado, extraje una vieja cartera de cuero y, de ella, un pequeño papel que sostuve ante mis ojos.
-¿Qué es?
-Un barco de papel, me quedé tan sorprendido como vosotros, lo cogí entre los dedos como lo tengo ahora y estuve contemplándolo por un rato sin saber que pensar, por uno y otro lado, sólo entonces se me ocurrió deshacerlo, era la letra de Pedrinho, dice: “Llegué al vientre de la ballena, mirad”.
Todos leyeron el papel, cuando volvió a mis manos comencé a rehacer el barquito.
-Ahí mismo decidí que después, de los exámenes, visitaría a mi amigo en Gozosa. Busqué mapas y planos para localizar el lugar y no aparecía por ninguna parte; en Colombia no existía ningún lugar llamado Gozosa. Me explicaron que podía tratarse de un asentamiento reciente, quizás provisional, de buscadores de oro o libertad. Resuelto a realizar el viaje partí sin saber, convencido de que una vez en Colombia encontraría el camino, no está siendo tan sencillo como esperaba.
-Será mejor que nos acostemos, mañana tenemos una dura jornada.
Los bultos que descansaban a los pies de un árbol, se convirtieron en hamacas, y yo también instalé la mía. Gonzalo me regaló un barquito que había tallado con la navaja. Tumbado permanecí un buen rato escuchando la oscuridad, con la sensación de que mi viaje pronto iba a comprender su destino. Cuando estaba a punto de dormir, creí oír un ruido y adiviné una silueta, una mano se colaba entre la mosquitera y tapaba mi boca pidiendo suave silencio; un cuerpo se hacía sitio junto al mío como un reptil y me acariciaba, olía a terciopelo y deseo, a sudor amargo y miel, parecía un sueño de placer.
-Mira lo que tengo –Susurró después.
El sueño continuaba. Sacó un barquito de papel exactamente igual al que yo guardaba en mi cartera, del mismo tamaño, con el mismo tipo de papel. Estaba iluminado por el rayo de una linterna minúscula que Almira utilizaba para leer en las noches de selva eterna. No había duda, era igual; ella me lo ofrecía mientras apuntaba con la linterna.
Cogí el barquito con las dos manos una en proa y otra en popa y fui deshaciendo los pliegues del papel, como tantas veces había hecho. Al final del rayo de luz, apareció la inconfundible letra caligráfica de Pedrinho, y el dibujo infantil de una ballena. Por fin había encontrado a Gozosa.

♪ A Gozosa quiero llegar
A Gozosa quiero llegar;
A Gozosa quiero llegar
A Gozosa quiero llegar… ♪




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