Que Nadie Duerma
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Dentro de la bibliografía de Juan José Millás, también podemos encontrar, aunque no lo crean, novelas menores comparadas con sus trabajos más representativos. Pero reconozcamos que menores no significa que sean malas, sólo que no son igual o mejores que las grandes novelas que nos ha regalado con anterioridad, pues hasta una novela mala de Millás resulta ser una excelente comparada con las de otros escritores, porque, a pesar de no ahondar en el tema que quiere, resulta mucho más profundo que el resto.
Es el caso de «Que Nadie Duerma», novela que intenta llegar al lector desde un punto de vista más actual, con toques operísticos, y que mantiene el sello millasiano de la mezcla de la realidad y la ficción. El encuentro del tópico conocido y de hacerla contemporánea, resulta en una mezcla que veremos si funciona o no.
Como mencioné más arriba, he de confesar que esta novela me ha dejado un poco insatisfecho pues he estado prendido de la pluma de Millás desde sus primeros trabajos, pero en este resulta el primer libro que no me termina por encantar al 100%. Sí, es muy bueno, y comparado con otras novelas es el Quijote, pero para la calidad del autor, el nivel quedó un poco por debajo de lo ya mostrado, y puede mostrarse en algunos puntos.
El principal sello del autor es la mezcla de la ficción y la realidad, lo que en esta novela no termina por ser algo profundo. Sí, combina las características de las aves con los humanos, hay un pasaje ya cerca del final en el que la metanarrativa logra crear una obra dentro de otra obra, y se ve en la imaginación desmedida de Lucía al desplazarse de Madrid a Tokio, pero entre todas esas opciones, ninguna logra ser tan fuerte como para convertirse en el distintivo de la novela. Si acaso la dicotomía ave-humano y su transformación podría ser mucho más notoria, debido a las experiencias que tiene la protagonista, pero hasta eso no termina por ser exhaustivo.
Ahora bien, quizá fue la entrada a una nueva época donde lo digital, la internet y demás avances tecnológicos posicionaron a la programación como un trabajo muy importante, por lo que Millás decidió colocarlo en su personaje, pero tampoco logra ser tan representativo en ella. Como si antes de ser taxista pudiera haber sido cualquier cosa y no importara mucho, porque las pocas menciones sobre ello sólo son el diagrama de flujo y ya.
Pero la novela tiene su poder dentro de ella, por lo que sí se mantiene con una inmensa calidad. Desde la mención de que Lucía se crea una falsa delgada (siendo parte de ese grupo, debo aceptar que me ha quedado como calcetín, y que he quedado muy conforme con su descripción en ambas partes), pasando por su vida de taxista (con la interacción de los pasajeros con ella, su libertad de expresarse y hasta de convertirse en otra persona pues son extraños que quizá nunca más se vuelvan a encontrar), para finalizar en una chocante (desde el punto de vista de Lucía) ruptura de su vida con la de aquellos que pensaba que eran cercanos. Esta invasión, este quiebre a la confianza o como pretendan verlo ustedes, es increíble, en la obra de teatro que se usa todo lo narrado por Lucía.
La novela tiene grandes aciertos, pero también otros que no la dejan crecer por completo, o pareciera que está inacabada o que Millás ha decidido no darle un fondo mucho más grande como a otras obras anteriores.
⭐ (8/10)
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