El Gato Que Amaba Los Libros
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Como persona a la que le gustan los libros en todo sentido, es decir, verlos en un escaparate y saber que pueden ser objeto de deseo de varias personas, porque quizá el autor o autores trabajaron mucho para crearlo y para colocarlo a la venta. También me gusta comprarlo, como persona que los adquiere no sólo es para leerlos, también para poseerlos, para coleccionarlos y atesorarlos. Como lector, me gusta encontrar historias que me llaman la atención y otros que, siendo nuevos, me sorprenden por su temática, por su forma de escritura o por lo complicado que son. Los libros tienen varias perspectivas para considerarlos, y cada persona los verá como algo diferente.
Por ello, conocer libros que tratan sobre bibliotecas, librerías, libros, libreros, bibliotecarios o cualquier elemento que tenga que ver con los mencionados, siempre será una alegría y una aventura. Aunado a que mi carrera es la Bibliotecología, la temática siempre será algo que me llame la atención. De entre tantos títulos que se insertan en este tema, tenemos «El Gato Que Amaba Los Libros» de Sosuke Natsukawa.
La novela se menciona como un best seller en Japón (país de donde proviene), y se entiende por la forma en que está escrito. La historia es sencilla, es muy ágil y la lectura es rápida pues no hay dificultad en seguir las palabras, los párrafos y los momentos que se narran. La escritura es buena para ser una novela juvenil, pues se logra entender de manera fácil para todo aquel que la elija como su lectura. A pesar de que hay algunos extractos en los que se intenta profundizar un poco más en el aspecto comercial, esencial y hasta práctico de los libros, se queda un poco superficial su tratamiento, y quizá eso es lo que lo mantiene con un nivel por debajo de lo excelente.
La trama es un viaje personal que el protagonista debe realizar para conocerse mejor y para conocer el valor de los libros que tiene en su librería heredada por su abuelo. Quizá el personaje no es el mejor que se haya conocido en las novelas juveniles, pero justo para ese público resulta adecuado, pues no es contradictorio, está muy definido en su personalidad y se nota un cambio al final. Ayudado por su compañera, logra tomar conciencia de lo que lo rodea y lo que él es capaz de hacer. Pero, quizá sea la diferencia de culturas o las edades, pero a nivel personal siento que se encierra demasiado en sí mismo. Sé que se considera un hikikomori, un aislado de la sociedad que muy rara vez sale de casa, pero se menciona que sí asistía a la escuela y frecuentaba la librería, entonces, ¿cómo es posible que sea un completo aislado?
Ahora bien, desde las primeras páginas se menciona a «El Principito» de Saint-Exupéry, y ese es justo el mensaje que la novela nos da, pues cada laberinto es como un planeta que el Principito visita en las estrellas. En la presente novela, conocemos a los personajes muy enfocados en sus labores, haciendo que los libros parezcan material sin alma, mercancía, documentos sin valor o que se destruyan, haciendo una similitud con los habitantes de los planetas del Principito. Así como aquel pequeño conocía a los personajes Rintaro también va conociendo a los jefes de cada área y disuadiéndolos con conversaciones que pretender ser un tanto filosóficas, pero que no logran ser tan potentes como se esperaría. El cambio de los personajes ocurre por el bien de la novela y deja sin fuerza los diálogos del chico.
A pesar de que se queda en ese sitio, en el de superficialidad y lugar cómodo para el público al que va dirigido, sí hay varios momentos en que logra sentirse ese ambiente de preocupación y cuidado por los libros, por las bibliotecas y las librerías. Se intenta dar la importancia a los libros y evitar que se vea solo como mercancía (aunque es verdad que también existe esa parte mercantil); que nuestra voracidad lectora también quisiera leer varios libros en un día y que hay varias técnicas para hacerlo, pero la experiencia dicta que es mejor llevar nuestro ritmo; y que los libros deben ser usados, no sólo guardados como si fueran piezas de colección (y hasta ellos pueden ser usados).
El libro es lindo, es muy reflexivo y logra su objetivo. En cuanto a su estructura y escritura, quizá falla en algunas partes pues por momentos apresura la historia y en otros se hace muy lenta. Al final, es encantadora y transmite ese cariño por los libros y por la librería que se convierte en un lugar mágico.
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