Un Príncipe De Navidad: Bebé Real
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La Navidad es tan querida que hay una multitud de producciones audiovisuales que nos cuentan cada momento de ella, ya sea real o ficticia, que nos ayuda a entender que, no importa lo que se celebre, lo que importa es que se haga con lo que queremos y a quien queremos. Música, series, películas, hay tanto material que cada año se estrena y que cada año se suma a las ya existentes. Esta vez hablamos de una tercera entrega de una serie de películas de Netflix: «Un Príncipe De Navidad: Bebé Real».
Cuando han visto las dos películas anteriores, esta tercera entrega no es una sorpresa el tinte que tiene, ni la velocidad, ni la calidad, ni nada. Es una trilogía (por ahora) que se instala en lo sencillo, en lo familiar y en lo romántico. Para ellos que ya las vieron, ven esta tercera porque les gusta el género, porque disfrutaron las anteriores o porque amaron a los actores. Los que no, no hay problema, su trama es simple y no inquieta al que no haya visto las anteriores, además de que no implica nada complejo, pero sí tiene un sentido extra tener en cuenta las anteriores.
En primer lugar, las tradiciones aumentan, ahora conocemos juegos, tratados y familias que no conocíamos y que nos sorprende ver. El mapa de los reinos es un fantástico regalo para los espectadores pues vemos a Aldovia, Penglia, Belgravia y otros más. Se extrañó la clásica carrera de trineos, pero se entiende por la situación del bebé. Esto pone en evidencia otros aspectos y es que, a través de las 3 películas, hay situaciones que se convierten en gags, en chistes o momentos que vemos en las tres.
En segundo lugar, la trama es, como ya dijimos, sencilla, pero como sucedió con las anteriores, es soportado por unas buenas actuaciones, sobre todo de los protagonistas. El hecho de darle más sitio a los secundarios es bueno, pero hace que otros se vean menores e incompletos. El tema de comedia es bueno, el del romance es otro tanto, el del bebé se queda en segundo plano y no se nota muy fuerte, siendo el de la intriga de la desaparición del tratado el que se impone, pero tampoco logra ser algo mayor. Entre la mezcla de los tópicos, ninguno logra sobresalir y termina a medias.
Es verdad que siguen habiendo fallos muy claros e inocentes como el manual para construir la cuna (que es evidente que sólo colocaron las hojas que revisa) o el vientre materno de Amber (a diferencia de otros embarazos, sí se nota falso), entre otros. Pero tras saber que el foco de la película no es eso sino la comedia de la situación monarcal, se deja pasar y se logra disfrutar de un buen rato.
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